Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1549
Legislatura: 1893-1894 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 4 de julio de 1894
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 171, 5481-5482
Tema: Situación de la industria corcho-taponera ante la probable ruptura de relaciones comerciales con Alemania

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Con mucho cariño, aunque con sentimiento, voy a decir al Sr. Vallés y Ribot, en contestación a las preguntas que ha tenido la bondad de dirigir al Gobierno, que éste no tiene medios eficaces, dentro de las leyes, para remediar los males que a la exportación de nuestras industrias ocasiona la detención de los tratados, y como consecuencia de la detención de los tratados, la ruptura de las relaciones mercantiles con Alemania. Por eso el deseo del Gobierno, el afán del Gobierno por que el tratado se apruebe, porque no tiene el Gobierno más medio para evitar esos daños y para aliviar esos perjuicios que la aprobación del tratado con el Imperio alemán. Pero el Sr. Vallés y Ribot sabe las dificultades que ofrece la aprobación de ese tratado, y aunque no opino yo, como S. S., que el tratado está ya descartado, que no hay tratado con el Imperio alemán, que no será discutido, ni por consiguiente, votado, porque yo todavía espero algo del patriotismo de los individuos de la Comisión que retienen ese tratado para no dar todavía dictamen, espero que vuelvan en sí, y reflexionen sobre los perjuicios que su conducta está ocasionando a las grandes industrias del país, y que han de dar un dictamen que el Gobierno desea mucho, no sólo para evitar los perjuicios que el Sr. Vallés y Ribot lamenta, sino para demostrar que es bueno y beneficioso para España, aun cuando dentro de la misma agrupación del Sr. Vallés y Ribot haya quien crea lo contrario, y lo crea hasta el punto de que está dispuesto a hacer obstrucción a ese mismo tratado. (El Sr. Sol y Ortega: Exactamente.) Ya lo ve el Sr. Vallés y Ribot. Si dentro de su misma agrupación, entre sus mismos [5481] amigos políticos y particulares, entre sus mismos paisanos, encuentra el tratado hispano-alemán esa oposición, que llega hasta el obstruccionismo, no es extraño que encuentre dificultades en otras agrupaciones para que salga; pero yo no pierdo hasta el último momento la esperanza de que el tratado salga; y mientras tenga esa esperanza, haré todo lo posible por que se realice, incluso permanecer aquí todo el verano sin proponer a S. M. la suspensión de sesiones. (El Sr. Junoy: Aceptamos la invitación.) Fuera de eso, ¿qué quiere el Sr. Vallés y Ribot que haga el Gobierno?

El Gobierno se ha encontrado con una legislación arancelaria, que consiste en lo siguiente: un arancel con dos columnas, pero arancel hecho, según sus mismos autores, para tratar; arancel de defensa, pero para tratar; demostrando con esa declaración que el arancel no era razonablemente aplicable ni conveniente para los intereses de nuestro país; de lo contrario, no habría necesidad de declarar que era un arancel de defensa, para tratar. Pues si tenemos un arancel para tratar y no se trata, vendrán los perjuicios naturales a esos intereses. (Varios Sres. Diputados de la mayoría: Muy bien, muy bien.)

Pues si el arancel se ha hecho para tratar? (El Sr. Navarro Reverter: Para tratar bien.)

¿Es que S. S. tiene el privilegio de tratar bien? Porque la arrogancia me gusta. Si tratásemos nosotros, dice S. S., trataríamos bien; pero tratáis vosotros, y tratáis mal. (El Sr. Navarro Reverter: Lo hemos probado.- El Sr. Quiroga Ballesteros: Habéis tratado mucho peor. - El Sr. Presidente agita la campanilla.)

Nosotros tenemos un arancel heredado del partido conservador, arancel que, por declaración del partido conservador, es para tratar. Pues bien; nosotros hemos cogido ese arancel, y hemos tratado, y después que tratamos, se ponen dificultades a los tratados. ¿Qué ha de hacer el Gobierno, Sr. Vallés y Ribot?

Pero se dice: es que ese arancel se ha hecho para tratar bien. Pues veámoslo, de eso se trata. (El señor Navarro Reverter: ¿Es una cosa tan sencilla ligar a la Nación por diez años?- Protestas e interrupciones por parte de algunos Sres. Diputados de la mayoría.)

El Sr. PRESIDENTE: Orden, orden, Sres. Diputados. Las conversaciones particulares se tienen en el salón de conferencias.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Sea por lo que quiera, si el tratado con Alemania no se aprueba, habremos perdido por de pronto las corrientes mercantiles establecidas con aquel Imperio. Además, no se trata sólo de convenio comercial con Alemania; hay otros tratados con Austria, con Italia y con Bélgica, y si se sigue el mismo procedimiento con estos tratados que con el de Alemania, y llegamos a la ruptura de todas nuestras relaciones mercantiles con los países de Europa, ¡pobre Nación española! ¡pobre industria! (El Sr. Navarro Reverter: No tendrá la culpa la Comisión del Senado.- El Sr. Quiroga Ballesteros: La tendrá el Gobierno.- El Sr. Navarro Reverter: El Gobierno se ha comprometido indebidamente.- El señor Alonso Castrillo: Hasta de las nubes que caen del cielo tiene la culpa el Gobierno.

El Sr. PRESIDENTE: Orden, orden.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Resulta, Sr. Vallés y Ribot, que el Gobierno tenía un medio para alejar los perjuicios de que S. S. se ha lamentado, y ese medio era tratar con los Gobiernos y presentar a las Cortes los tratados para discutirlos y aprobarlos, si las Cámaras creían que debían aprobarse, o desaprobarlos; y si se desaprobaban, esto ya no traería dificultad ninguna, porque las relaciones mercantiles que teníamos con los demás países, seguirían, pues para eso se presentan los tratados, para que se aprueben o se desaprueben; y cuando un tratado se desaprueba, no hay motivo ninguno para que la Nación con quien se ha convenido se resienta y tome soluciones extremas.

Cuando las toma es cuando se hace lo que se ha hecho aquí: cuando se contesta con el silencio, con el desaire, con la falta de consideración, de correspondencia y de reciprocidad.

El Sr. NAVARRO REVERTER: De eso tiene la culpa el Gobierno. ¿La Comisión trata con los países extranjeros? El Gobierno será el responsable, que es el que trata con los países extranjeros.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pues bien; el Gobierno, ante esta dificultad, no tiene, dentro de las leyes, más que una facultad, y es la que le concede el art. 2º del decreto de 3º de Diciembre de 1891; pero que, dada como aquí se ha explicado la cuestión de reciprocidad, es ineficaz ese art.2º El Gobierno no tiene más medio legal que ese artículo, que es ineficaz para impedir los perjuicios, que estamos ocasionando a la producción y a la industria españolas.

Por de pronto, se han roto las relaciones comerciales con ese Imperio; relaciones políticas importantes tiene con otras naciones, que tienen productos similares a los nuestros, y rotas las relaciones que tiene con España, se establecerán corrientes mercantiles con Italia; y una vez establecidas las corrientes mercantiles con Italia, ya puede despedirse España de tener tratado de comercio ni corrientes mercantiles con Alemania. Y si eso hacemos con las demás Naciones, ¿qué va a ser de este desgraciado país?

Se ha pretendido que con Alemania teníamos pocas relaciones mercantiles. Teníamos pocas antes del primer tratado; pero ahora, ¿sabéis, Sres. Diputados, la exportación que hay de España para Alemania? Pues pasa de 52 millones de pesetas; es decir, con Alemania, con quien no teníamos comercio ninguno hace diez años, absolutamente ninguno, que era para nosotros como si no existiera en el globo, habíamos llegado a tener una exportación de 52 millones de pesetas; eso sin contar los alcoholes.

Pues esas corrientes, que iban cada vez en aumento, han venido a interrumpirse ahora, y ¡Dios quiera que no se interrumpan para siempre y que no tengan consecuencias peores!

Pero, en fin, el Gobierno no tenía más medio para evitar este mal, que apelar a las Cortes, como ha apelado a todos los recursos de que podía disponer para ver si los tratados se aprobaban. Yo todavía confío, y no he perdido la esperanza de que sean aprobados; pero si los tratados no son aprobados, y las relaciones mercantiles con Alemania quedan rotas definitivamente, el Gobierno no tiene medios de impedirlo, como no se los dé el Parlamento.



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